martes, 16 de septiembre de 2014

Hasta siempre, mi querido blog...

He disfrutado tantísimo estando aquí. He permitido describir cada sentimiento que sentía, cada pensamiento que me corría por dentro. Pero ha llegado el momento de decir adiós al blog que más compañía me ha hecho en toda mi vida. Ante todo, gracias a cada seguidor por vuestros comentarios, vuestros correos, vuestras palabras de ánimo. No habría seguido escribiendo de no ser por vosotros.

Nunca he querido dejar este blog, pero lo creé para poder ser sincera. Y ahora, resulta que este blog es conocido por mucha gente que yo conozco personalmente. Confío en esa gente, pero me siento expuesta. Me siento débil ante ellos sin ningún secreto que ocultar. Esta soy yo, y no dejo que cualquiera me vea tal cual soy.  El tiempo me ha enseñado a cerrarme en banda sobre mi misma.
No es que no confíe, es solo que he aprendido a protegerme a mí misma de los demás. No seguiré siendo del todo sincera si sé que ellos lo están leyendo, y yo solo quiero ser realista.
Así que, sintiéndolo mucho. debo deciros adiós.

Crearé otra cuenta, otro blog, y seguiré escribiendo, porque no soy nadie si no escribo. Si alguien quiere, puede mandarme un correo y estaré encantada de darle la nueva dirección.

Hay gente de mi pasado que lee esto, y no debería. En cuanto al resto, ha sido un fallo mío el que les ha desvelado esto, y debo remediarlo.

Nadie puede hacerse a la idea de lo que significa este blog para mí. Nadie puede hacerse a la idea de lo que significa cada entrada que escribo. Es mi vida, mis razones de vida.

Gracias a todos los seguidores de nuevo. Estuvisteis ahí cuando nadie más lo estuvo.

martes, 9 de septiembre de 2014

He celebrado mis 17.
No era una super fiesta, solo mis ocho amigos de siempre. Mis mejores amigos. Esos que me conocen como nadie, los que se que si lloro estarán ahí.
Había alcohol, pero había algo inocente en nuestra forma de beber, como si a todos nos diera miedo desmadrarnos.
Pero me ha encantado. Porque en ese momento he entendido a Charlie (Las ventajas de ser un marginado) cuando decía que se sentía infinito en un solo momento.
He mirado a mi alrededor, y sí, quizá no es lo que una chica de 17 años desearía, pero es lo que yo deseaba.
Este es mi año. Quiero que lo sea. El último para perder la cabeza, el último para poder decir, sí, yo también perdí la cabeza en el instituto. Es el último curso para perder la cabeza como una adolescente, para hacer locuras, para irme de fiesta y bailar aunque lo haga fatal, porque simplemente disfruto bailando con mis amigos.
Es el último para conocer a gente, y más tarde decir, sí, ese iba a mi instituto.
He sido siempre la callada, la que no hacía más que sacar dieces en exámenes. Solo me preocupaba mi futuro y ni siquiera vivía mi presente. No iba a las fiestas que mi clase organizaba, nunca estaba incluida en ningún plan.
Lo único bueno es que conseguí unos amigos verdaderos, y eso difícilmente se consigue. Y sí, puedo crear mis propios planes, ir a mis propias fiestas, y vivir mi propia vida, y no necesito que nadie me incluya en su vida, yo necesito incluirlos en la mía.

lunes, 8 de septiembre de 2014

No puedo creer que vaya a empezar mi último año de instituto. No puedo creer que tenga 17. No puedo creer que tenga tan pocos recuerdos de todo. Tan pocos recuerdos buenos.
Quiero escapar y no puedo.
¿Sabéis cuanto me gustaría ser una de las protagonistas de los libros que leo? No querría ser la heroína, pero sí bonita, valiente, inteligente. Siempre sabiendo hacer lo correcto. Siempre dándolo todo por los demás en ve de pensar en una misma.
Me gustaría que un chico me mirara, y le gustara lo que viera. Me gustaría oír un te quiero, y saber que es lo más real que alguien jamás ha sentido.
Me gustaría tener la confianza para no sentir que me derrumbo cada vez que doy un paso adelante.
A veces me sorprendo a mi misma con las ganas de vivir, como si fuera capaz de todo, como si no necesitara a nadie para lograrlo.
He pasado un verano entero más bien sola. Porque yo lo he querido, o porque así lo he sentido. No he salido, no he hecho "nada". Simplemente me he quedado estancada como siempre.
Sí, he leído, he escrito, pero mis ganas de ver a alguien más eran muy escasas. ¿Para qué quiero ver a alguien? ¿Qué le voy a decir?
He estado feliz supongo. Pero a veces, sin siquiera darme cuenta, me ponía a llorar. Pienso, y sigo pensando, y siempre llego a la misma conclusión. ¿Cuando voy a aceptar que mi vida apesta?
Vivo con miedo a decaer, vivo con miedo a que alguien vea una sola cicatriz y me mire con asco. Vivo con miedo a decirle a alguien todo lo que opino de mi misma y lo vean ellos también.
Soy la consejera de todos. Animo a cada amigo que se me pone delante, incluso recibo correos de gente desconocida que me lee y me pide ayuda, y les ayudo. Y no tengo ni la más mínima idea de como ayudarme a mí misma.
Porque si le hablo a alguien de esto, pienso que quizá se haga las mismas preguntas sobre su existencia y se deprimirá, y con eso no puedo vivir.
Sé que es egoísta, pero me gustaría recibir un cómo estás de vez en cuando. Me gustaría sentir que le importo a alguien algo como para que se pregunten cómo me irá.
Vivo anclada en el pasado. Sí. Porque es todo lo que tengo, porque puedo culpar a mi yo del pasado en vez de deprimirme por mi presente.
Quiero irme, y sé que es un deseo infantil. Pero nadie puede hacerse una mínima idea de como me siento aquí. Como si nunca terminara de encajar. Como si cada vez que confío, me mintieran.