jueves, 16 de octubre de 2014

No sabes lo mucho que me alegró oír de nuevo tu voz. Fue ver tu número en la pantalla y emocionarme.
No sé como alguien puede calar tan hondo, pero tú lo hiciste. Me enseñaste un modo de ver la vida que nadie me había enseñado nunca a ver. Me mostraste las pequeñas cosas, los pequeños gestos que mueven el mundo. Soy quien soy, en gran parte, gracias a ti.
Fuiste la única persona que me dijo: "detente, y observa". Me quitaste una venda de los ojos que casi todo el mundo lleva. 
Te conocí cuando apenas tenía uso de razón, y casi diez años después, sigues aquí. Sigues marcando mi vida como una etiqueta impresa en una prenda.
Solo deseo que llegue la semana que viene para que me pongas al día, porque sé que las conversaciones contigo son como si no hubieran pasado días, meses o incluso años. Me lo cuentas todo, me hablas como si yo supiera de la vida cuando solo soy una ignorante; pero hasta ahora, eres la única persona que ha creído en mí.
Gracias por hacer de mí alguien así, porque es la única parte que no odio de mí, y esa parte te pertenece a ti. Entiendo ahora, cuando la gente dice que hay ángeles en la tierra, porque tú eres el más grande que he conocido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario