martes, 29 de septiembre de 2015

Hace tanto que no escribo aquí. Hace tanto que no escribo, nada. Como si mi mente estuviera demasiado ocupada para pensar. Solo actúo, y actúo. Ni siquiera, ante este golpe tan grande, como ha sido la muerte de alguien amado por mí, me he parado a pensar.

Y ahora, estoy aquí parada, y me pregunto qué demonios ocurre. Cómo puede ser que no llore por él, cómo puede ser que no tenga un nudo en el estómago, cómo puede ser que esté viviendo esta vida tan distinta a la mía, y ni siquiera me haya parado a observarla.

Supongo que no pienso, porque es un mecanismo de defensa. Porque si pienso, me daré cuenta de que él ya no está, y no va a volver a estar nunca. Me daré cuenta de todas las lágrimas que ha dejado detrás de mis ojos, pero que se han quedado como una cubierta oculta.

Supongo que no pienso, porque no sé sobre qué hacerlo. Podría pensar en mis amigos, y extrañarlos, y extrañar los momentos que ya no puedo tener con ellos. Pero fue mi elección alejarme así de ellos.
Podría pensar en que nadie me abraza ya. Ni me da un beso de buenas noches. Ni me da los buenos días. Pero también esa fue mi elección.


No hay comentarios:

Publicar un comentario