jueves, 23 de junio de 2016

Sweet love

Quién me iba a decir a mí, que tres años después, podría volver allí. Por voluntad propia. 
Hace cuatro meses, no habría dudado en negarme a volver a atravesar esa verja. 
Pero hace cuatro meses, yo no era yo. 
Miro el cielo, y pienso en él. Leo una historia, y pienso en él. Y pienso, cuándo me llegará otro mensaje suyo, cuando lo volveré a ver. Y pienso, como es posible que solo una persona te cambié así. 
Pienso, cómo es posible que hace cuatro meses, todo me diese miedo. Reírme demasiado fuerte, mostrarme como soy, ser débil, hablar. Quitarme ropa, o dejarla puesta. Acariciar, o que me acaricien. Y besar como si no fuese a volver a dar un beso nunca, y no avergonzarme de ello. 
Pienso, en cómo alguien sin saberlo, solo con palabras y gestos, ha ido borrando toda la historia que yo me he dedicado a escribir aquí todos estos años. 
Cómo cada beso suyo, cada caricia, y cada te quiero, me ha quitado cada cicatriz como si nunca hubiese estado. 
Cómo una sola persona, me ha hecho fuerte. Me ha hecho creer en mí, en lo que soy, en no avergonzarme de ello. Hasta el punto de poder volver allí, sin pensar en lo mal que me irá. Porque oigo su voz en mi cabeza, diciendo que todo va a ir bien. Y así es desde que él está aquí. Todo va bien. Todo se siente bien. 
Así que ya no es solo amor lo que siento. Ya no es solo que me quite el aliento, ni que no pueda dejar de pensar, hablar, o escribir sobre él. Es agradecimiento. Por salvarme de la forma en que lo ha hecho sin saberlo. Por quererme de la forma en que lo hace. 
Por hacerme ver, que estaba equivocada sobre la vida y el amor. Que se puede ser feliz, y se puede amar sin condición. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario